3/12/14

EL QUE LE VENDIÓ EL ALMA DEL HERMANO AL DIABLO

Barba negra era un hombre tan negro como un carbón de abedul, su corta estatura le hacía semejar a un enano, sus manos pequeñas eran como garfios, endurecidas, callosas, con las uñas sucias y deterioradas. 

Barba Negra siempre portaba un desvencijado sombrero negro, camisa tipo sobretodo de igual color, un insulso, hilachoso y desgastado pantalón de trabajo y unas botas viejas, desgastadas y curtidas por el tiempo.

Era un extraño personaje residente en el Caserío de Mata Chivo, vivía como alma que anda en pena, sus ojillos vidriosos eran inquietos y rojos como una brasa de asado, observaba a la gente con mirada de loco y usual siempre se acercaba repentino a los niños para asustarlos con su hostil presencia y después de su gracia, como poseído, saltaba hacia atrás embistiendo con su actuación un vacío imaginario. Su acto le causaba tanta auto gracia que después de un corto tiempo, embutido en su histrionismo, se reía de súbito a mandíbula batiente, era una carcajada cavernosa, parecida a un crujir de leña verde retorcida por el fuego.

Para las personas que le conocían, era inofensivo, indiferente, tierno y amable como un niño. Los lugareños contaban que el diablo lo había iniciado en su locura con intención de reclamar el convenio, Barba negra era un espíritu doblegado, un ser atormentado que paulatinamente iba perdiendo el derecho a su propia alma, según los comentarios y el correr de boca en boca de sus vecinos.

Los que más le temían en el reducido caserío eran las mujeres, le guardaban celosamente un pánico oscilante, con solo oír el nombre del negro se le irisaban los pelos y se quedaban mudas de asombro al escuchar la historia de aquel hombrecito, era extraña y macabra, decían que su hermano mayor conocido como "El Guareque" inducido por la avaricia al dinero le había vendido el alma de su hermano al diablo.

Y así pasaban los días en el penoso trajinar de Barba Negra, las ropas se le fueron cayendo a pedazos del cuerpo, las botas le duraron hasta que se le desbarataron, se le cayeron paulatinas a pedazos de los pies, se erosionaron de tanto uso y tubo que andar descalzo entre piedras, espinas y arbustos, la dureza de los callos que se le originaron en la palma de los pies, formaron un poderoso escudo de protección que evitaba el piquete de las espinas y los pedruscos del camino, era como una plancha de acero. 

Mucho dispuso de sus días trágicos, sumido en los atropellados pensamientos. En las madrugadas se levantaba macilento, trastocado, ido y con hedores del cuerpo, pues no se bañaba, caminando varias horas en círculos rotos y luego cuando el sol rayaba el alba se sentaba en el porche y bodega de Augusto, allí pasaba las horas hundido en su miserable existencia, en una inercia constante, vagando entre sus sueños oscuros, habitante de noches inciertas y así sumergido entre su esencia de ego paupérrima, contemplaba exorcizado las estrellas diurna inexistentes y oía el trinar de pájaros desnudos que le sonaban perolas de alguna manifestación difusa. 

Por el camino carretero esta la casa del difunto Augusto donde se la pasaba Barba Negra

El desvarío interno lo aguijoneaban como demonios que sujetaban sus cuatro tiempos, lo amarraban a un delirio firme y constante, era una fuerza satánica que hundía sin piedad sus garras incinerables en su cabeza, atormentando a cada segundo su pensar borroso, convertido en una pesadilla desaforada.

De noche surgía desde su rancho innumerables quejidos que el viento deshacía entre la débil espesura campestre, gritos extraños, voces milenarias, incesantes, palabra de oquedad tétrica, susurro incompleto, chasquido de vasija cuando es arrojada contra el piso, sonido de canto indefinible e incongruente, sonoridad de batir de alas gigantes, Llantos y pasiones salvajes indescriptibles.

Los pobladores del caserío de la Horquetica, no se atrevían aventurarse en los dominios del negociado, contaban que la persona que se acercaba al extraño lugar no retornaría, sería llevado al más allá por el demonio, el amo y guardián de barba negra.

Cierta noche dos viajeros que venían desde los Marines para Yaguaraparo, llegando a la Horqueta de Mata Chivo se le hizo tarde y con el rápido vaivén de las horas se los engulló la noche.

Caminando en la oscuridad nocturna vieron cruzar antes sus ojos aquella pequeña sombra, era como el viento y sus oquedades frías, estaba allí y no estaba en ningún lugar, se constituía en una penumbra helada o candente, negra o brillante, compacta o pútrida, una visión que entumecía los huesos y los recuerdos más profundos.

La Casa de Barba Negra, ubicada exactamente donde se localiza el árbol alto en el fondo del paisaje

Los viajeros, un hombre y su pequeña hermana apuraron el paso con temores varios, ella gemía y se acurrucaba entre sus brazos, el dispuesto a todo proseguía el camino sin distar palabras, oscuros sus ojos y brillantes como bronce pulimentado, listo para contrarrestar el acoso y al acecho como cascabel acorralada, en sus manos apretaba con furias tensas el machete y lo blandía con amenaza.

Al proseguir el camino la pequeña sombra o barba negra quedo atrás, mientras ellos caminaban se escucharon gritos férricos, lamentos enloquecidos como faja de manada de perros rabioso fusionados, después de cierto instante, solamente se escuchó el proferir de Barba negra llamar a su amo repetidas veces, una y otra vez como un canto pérfido, extraviado como un eco maldito entre el follaje de las montañas silenciosas.

Un día se dejaron de escuchar los sucesos inusuales de Barba negra, las noches frías tejían un silencio misterioso, sumido en la más tétrica soledad de aquel rancho desvencijado. Barba Negra dejo de disparar a locas su griterío diario, se extinguió desde aquella madrugada silenciosa la intranquilidad demoníaca, los gritos de terror, las pasiones desbocadas, los lamentos en cadena y sus gritos llamando al Sr. De las tinieblas.

En varias semanas que pasaron tristes lo extrañaron en el caserío, la gente estaba acostumbrada a sus peculiaridades y locuras y se preguntan con inconsolables interrogantes: ¿Dónde está el Loco de Barba Negra? 

Pasaron los meses y un grupo apiñado de vecinos curiosos se aventuraron hasta el rancho para investigar su paradero, jamás localizaron el pequeño cuerpo de Barba Negra. No dejaron de surgir comentarios que el diablo se lo había llevado, cobrando con esta desaparición el convenio efectuado con el hermano mayor de Barba Negra. Si alguna vez llegas a viajar por Yaguaraparo no se te ocurra aventurarte en las noches de lunas llenas u oscuras en el Caserío de Mata Chivo, te puede aparecer Barba Negra y entonces sí que la pasaras de susto.

A la parte derecha, bajando una ladera, esta la casa de Barba negra, hoy residencia de sus familiares

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