8/11/17

PADRES RICOS MATAN A SU HIJA POBRE





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Basado en un hecho de la vida real
Eliad Jhosué Villarroel


Se vive en un pobre pueblo una historia triste que abate el alma y enturbia la razón de quienes saben el suceso, se trata de dos padres ricos que atesoraron durante años una inmensa fortuna y se olvidaron del mundo y su gloria humana. Esta historia nació y crece en tierras erosionadas, es devoradora de lo asombroso y apezuña, es dolorosa y además triste y llena de sombras.

Esos padres que menciono en esta historia engendraron a una hermosa niña, su nombre Clavelito Rojo Soñador. A Clavelito la fortalecieron con el mejor jardín de flores, la regaban cada día con buenas aguas, surtidas del mejor manantial, le regalan con oro sonante y brillante hasta el mismo sol y la luna se la alquilaban cada noche para que soñara con sus estrellas.

Toda primavera le fue entregada con lujos, le llenaron la cabeza de coronas florales de siempre viva, margaritas, gladiolos y amapolas y en el cuerpo le tejieron guirnaldas tejidas con hiladas de oro, eran sus ojos dos perlas del caribe, su mirada era altiva y sosegada, ellos, la llenaban de virtudes compradas, la encumbraron y la colocaron en lo alto del pedestal donde ningún otro niño de su pueblo pudiera alcanzarla.

Y pasaron los años y las estaciones cálidas, y al cumplir sus quinces la ataviaron de frutas, flores, miel de la tierra, pasteles, quesos, buena leche, todo delicadeces y entre el buen olor del vino y del whiskey más caro, celebraron con música y mucha pompa sus 15 primaveras.

Pero un día funesto la hermosa doncella y después de sus 15, desapareció de repente, el jardín se dé la hermosa doncella en su hogar se ensombreció por instantes y causó impresión desconcertante. Y la buscaron en cada esquina, removieron cielo y tierra por encontrarla, parecía un secuestro exprés, mas no lo era, los días pasaron y la floresta de aquel jardín permanecía en interrogante sombras.

Y entonces un día de lluvia torrencial les llegó inevitable las malas nuevas: su precioso Clavel se había salido con el hijo de la panadera, eran gente humilde, de casta baja, cuyos habitaban bajo un humilde rancho con techo de palmas secas y barro de adobe crudo. El amor había deslumbrado a la princesa y su corazón había sido atrapado por el párvulo de la pobreza. Desde pequeña lo había conocido y su tierna alma había sido robada por los sueños de aquel niño soñador y se fugó con lo inesperado, aquel nido de amor pobre y humilde que había decidido probar cambiaría su vida para siempre.

Lloraron sus padres, mas no de amor, ni de tristeza, menos de dolor, lloraron de furia, de odio, la niña de sus ojos los había traicionado con el pobre muchacho pobre, un desafortunado sin fortuna cuyo apenas tenía para comer un mendrugo de pan. El llanto de los padres ricos se dejó escapar bajo el sol en cada esquina, la noticia se esparció como reguero de pólvora y estalló como un polvorín de súbito, sin anunciar su presagio, un odio profundo se encajó en el corazón de los padres de la doncella enamorada que se instaló para quedarse, se cultivó y germinó espantosamente en un odio inhumano, se ungió veleidoso siendo una premura de las personas que viven de la vanidad, seres livianos y tocados que amontonan fortunas para sentirse amos del mundo, mejores que los demás y aman sus riquezas sobre Dios y sus hijos.

Y la niña fue apartada como una misma peste, desde ese día sus padres no le dieron la bendición, la prohibieron de todo lo imprescindible cuyo le otorgaban con un sentir interesado, cada gramo de sentimiento se lo daban con interés, sin amor, la apariencia curtida era desatender, no para atender a quienes ellos habían engendrado en un lecho frío y anunciador de augurios inextricables.

Hoy la niña deambula como una vagabunda sin nadie por las calles de su desdicha, triste, su corazón ha fallecido a causa del impacto, su pobre existencia debilitada por el mal de amor paternal se ha tornado insegura, sufrible y condenada, su tragedia la perfila a socorrerse entre un infierno dramático y trágico demencial y su desesperación la está conduciendo a suicidarse de súbito, es lo que se ha de esperar por tanta desconsideración , tanto daño causado a su fragilidad humana a quien un día se creyó que fue amada, tanta maldad, tanta falta de respeto, tanto desquicio terrenal por gente sin alma, Clavelita quiso ser amada y amar, no pidió que la trajeran al mundo para que la condenaran por un fallo hecho en amor.

Sus padres la han olvidado a su tormento, son culpables de su desdicha, el dinero les permite cegarse para matar a una niña en vida, es un crimen, una deslealtad a Dios y una traición a los principios fundamentales de la familia…

Moraleja; El amor es el principiar motor que mueve el respeto y la vida, un humano tiende a fallar y en el amor todo es válido, pero perdonar es saber hacerse amar. La vida es un manojo de minutos, el dinero no compra la vida y menos el amor, el dinero solo compra el egoísmo, la vanidad y la mentira.

EL OTRO MADURO


Historieta asimilada
Eliad Jhosué

Allá en Santa Malta de Colombia, tierras donde murió el Libertador, esta residenciado el otro Maduro, cabizbajo, pensativo, observando, oyendo todo y pasando trabajo.
Lo que no saben los venezolanos es que el otro Maduro nació el 23 de noviembre de 1962 en la ciudad de Cúcuta en Colombia, mientras el piensa en su lugar de origen Colombia su tierra natal, sonríe triste y recuerda al otro Nicolás y la controversia de su verdadero lugar de nacimiento.

Cierra sus ojos por instantes y luego con parsimonia se bebe un sorbete de Borojó, lo saborea con gusto en sus papilas gustativas y macilento rompiendo el encanto del silencio ríe a carcajadas. Aspira en profundo el aire de Santa Malta y encanijado por alguna indiferencia hace memorias   del TSJ, ente chavista que había dictado un fallo el 28 de octubre de 2016 donde afirmaban que el otro Maduro había “nacido el 23 de noviembre de 1962 en la ciudad de Caracas, para entonces, Departamento Libertador del Distrito Federal, Parroquia La Candelaria”.

Se recuesta en un viejo catre y cierra los ojos con dilatada somnolencia, el día anterior había tomado demasiado Canelazo y eso le producía distintos puntillazos o golpeteos repetitivos en la cabeza, cada vez que su corazón palpitaba una bomba parecía explotarle en el cerebro, Mientras miraba la bebida decía en su interno en vez del Borojó necesitaba de una refrescante Lulada, el sol sofocante asfixiaba, enloquecía y cegaba, le parecía a los GNB de Venezuela  enloquecidos disparando gases lacrimógenos  en todas direcciones.

Se estiró un poco y quiso reírse de nuevo a mandíbula batiente, pero un fuerte batazo sintió en medio de la frente, el dolor insoportable del Canelazo le hacía ver el pajarito de mentira que alucinaba el otro Maduro, dilucidando que era Chavez. Abrió sus ojos y después los entrecerró maltrecho. Se colocó las dos manos en la cabeza y luego bajando paulatinamente la mano  izquierda se buscó rascar un bigote inexistente. ¡Como son las cosas! murmuró entre dientes y recordó el acontecimiento del fallo del TSJ en octubre de 2016 y lo que exclamo públicamente el Otro Maduro antes, en abril de 2016, dijo: vine al mundo en otra parte. “Yo nací y me crie en un apartamento aquí en Los Chaguaramos, en Valle Abajo, de 50 metros cuadrados y ahí vivimos felices, muy felices, gracias a mi padre, a mi madre, crecí feliz en el amor de ellos, Mi familia se mudó en el año 58 y desde el 58, bueno, mi mamá nos parió a todos ahí”. ¡Carajo! barrujo Maduro asombrado de esto y aquello y comparando las no circunstancias y las maneras del Poder Judicial dirigir las cosas a su manera de ver, rompiendo con el hilo de la constitución Bolivariana.

Se hizo un silencio en la estepa y Maduro levantándose de súbito del catre se colocó las manos en su raquítica barriga y se río hasta casi caer de rodillas, una finas lágrimas se descollaron por la comisura de sus labios y probó el sabor amargo de su toxico lagrimear.

¡Dios que falsedad tan negligente! mascullo famélico, y dando tumbos salió al patio y se fue dando traspiés directo a un viejo e hilachudo chichorro que se balanceaba con el viento entre dos frondosos samanes, no sin antes escanciar el sorbete de Borojó hasta que no quedó una gota en su fondo.

Pensó en su vida pasajera, de pasaje en pasaje, trabajaba como un chofer en la LINEA COLOMBIANA EXPRESS LTDA ubicada en el departamento de ANTIOQUIA, en la localidad MEDELLIN y su dirección postal quedaba en la CALLE 6 SUR 52 05 OF 201, MEDELLIN, ANTIOQUIA.

Mientras recuerda cómo apenas sobrevive en la gran jungla de cemento,  recuerda al otro Maduro siendo presidente de su país hermano. Antes de introducirse en el chinchorro se acerca a uno de los robles, baja la bragueta, saca el pene y  echa una orinada de amarillo agua de panela, ensimismado y mientras termina de echar la “miada”, siente un escalofríos y desde allí observa abrumado un rancho viejo, destartalado, desmadejado y arruinado, carcomido por la esperanza y deteriorado por la pobreza. En ese cubículo de andrajos tenía viviendo a su esposa Margarita y sus dos hijos Nicolás y Natalicia. Como deseaba que el otro Maduro le resolviera con una casa de la Misión Vivienda.  Cerrando nuevamente sus ojos a la merza soledad del día azul dijo entre sí: mientras el Otro Maduro y Cilia Flores no tuvieron hijos en común, pues de relaciones anteriores: Flores tiene tres hijos y Maduro uno, el tal Nicolás Ernesto Maduro. Pensando esto Nicolás introduciéndose en el Chinchorro se echó unas meneadas y luego escupiendo al suelo fértil vocifero, de parte y parte tienen hijos bastardos, por lo menos los que yo tengo son de parte y parte juntos y terminando de decir aquello volvió a sentir una mordida de dolor en la cabeza.

Se paró angustiado recordando que tenía trabajo que hacer, aquel maldito brebaje lo había asesinado, una resaca lo invitaba a navegar en cientos de remolinos endemoniados, lo atormentaban. ¡Ah!  Ya sé lo que me hizo daño, fue la mezcla entre la Chicha y el Canelazo.  Fue en la zona andina de Colombia con aquella Chica de Medellin, me entusiasmó para que me tomara una chicha de maíz en el centro de Bogotá, en el barrio La Candelaria. Maduro pensativo, lejos donde estaba se recordó que hacía varios años el lobbing de las grandes compañías de cerveza llevó a que esta bebida fuera prohibida por sus “efectos negativos” a la población. Sin embargo, sin pensarlo y aturdido por El Canelazo, entro con la chica  a una chichería del Chorro de Quevedo y le sirvieron una totuma grande de chicha acompañada de una cerveza personal, mal plan, había dado al traste en los bajos fondos De Medellín, una de las ciudades más Peligrosas de Colombia, salió ileso, la Chica era conocida y respetada en la zona roja.

Mientras recordaba tanto desborde de pecado, pensó en el otro Maduro y su forma de Vida, un reyezuelo en Venezuela, se había vuelto loco y personificaba ridículamente en un teatro callejero a Chávez a cuyo nombró como El comandante eterno, El Dios de los Chavistas y el era Jesucristo. Obvio, no es el otro Chávez, más bien el otro Maduro, el cual se la da con ufanía de grande, habla hasta por los poros y por las calles y avenidas de Venezuela siempre va terciado de una banda presidencial, se pavonea y saluda como una reina de feria.


Continuará.